sábado, 20 de diciembre de 2008

Segunda nota aclarativa (Sobre la Publicación)



Un curioso éxito ha tenido este Blog, en primer lugar por que cumpió en mi lo que me había propuesto con él; y en segundo lugar por que un par de lectores casuales, que desde luego no lo son, se han sentido también tibiamente reconfortados al leerlo.
El hecho de la publicación me ha mostrado en carne propia la relación del autor con la obra, del autor con la musa, de la obra con la musa; me mostró las diferentes interpretaciones que puede engendrar; y en general, me regalo lo que la obra te dice y probablemente no quieras escuchar.
Aprendí que el lector prefiere lo personal por sobre la obra entendida como una abstracción: ¿Son hechos reales?, ¿Quién es la chica de la flor?, son algunos de los comentarios.
Publicar no es etapa esencial en la producción literaria, como si lo es por ejemplo la lectura. Sin embargo, publicar le entrega vida al texto, y de esa manera puede uno exorcizarse definitivamente de él. “Publicamos para no pasar la vida corrigiendo borradores” apunto alguna vez Alfonso Reyes. Tanto es así, que “Poema del primer amor” me parece desde su publicación ligeramente inmodificable, y hasta podría decir que se encuentra tan lejos de mí que me parece escrito por otro autor; autor con el que puedo ser indulgente, pero en el transcurso de esos pocos versos estoy en posición de disentir varias veces con él: por ejemplo, no creo que los nuevos rostros sean un abrigo ficticio, es un verso pesimista en el sentido mas triste de la palabra; debe ser producto de la influencia que ejerce sobre mi, ya desde hace tiempo, el tango. La frase puede tacharse sin ningún problema; puede hacerlo el lector precavido, no puedo hacerlo yo, el poema ya no es mío. Por el contrario la ultima parte del poema me es mas grata y la apruebo generosamente, concuerdo con ella aunque la haya escrito yo.
En fin, fue un ejercicio saludable y supongo que lo seguirá siendo. Pedir que mi voz a través del texto pueda alcanzarla… bueno, eso ya es demasiado, cuando no imposible.

Velázquez Pablo Leandro, 2008
La Rendición de Breda, Óleo sobre lienzo, Velázquez, 1635 (Este tipo tenia un Scanner en el pincel; este cuadro mas que grafica es literatura, épica, y dios nos libre, también es psicología)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Mensaje de texto (¿Qué va a ser de mí?)

Este mensaje de texto será eliminado siete segundos después de haber sido leído:

“¿Qué va a ser de mí?, emprenderé un largo viaje
para que el eco de tus noches nunca me alcance..."
(Numero desconocido... quizás no)

Recibido para agotar el frio, en la mañana calurosa de un domingo, diciembre de 2008.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Improvisación en do menor para Andrea


Se propone este texto realizar un experimento extraño. “Improvisación en do menor para Andrea” se compuso sola, es decir, contra mi voluntad. Se trata de una pieza musical breve, sin mucho ingenio, con armonía simple, que se entrometió en la partitura mientras intentaba vanamente escribir una milonga. La melodía es predecible, suave, se desliza, es melosa pero ligeramente soportable. No me avergüenzo de ella, por que escucharla me recuerda a otro sujeto, sujeto que probablemente nunca más vuelva a ser yo. En aquellos tiempos los ejercicios de composición en el piano eran mas frecuentes, hoy no es así, he condenado a la hoguera los archivos; encargarme una milonga fue un reencuentro… para encontrar otra cosa. El siguiente, es un intento en prosa de convertir esa música en literatura.
Los griegos sabían que la poesía debe ser esencialmente auditiva; el color en el sonido de cada palabra es lo esencial; no es casualidad la representación de Homero como un poeta ciego. Sabemos que la literatura aspira a la música, y con el temple producido por esa idea intente que la música sea esta ves la que trasmutara en literatura.


"Sin saber como ni cuando,
Algo te eriza la piel,
Y te rescata del naufragio”
(Ismael serrano, 2005)

Los parroquianos en Prusia cuentan que la hora de Königsberg no se rige por el cíclico movimiento de los astros, sino por la regularidad matemática con la que Inmanuel Kant daba su paseo matutino. Perspicaz, meticuloso y delicado, su impecable rectitud sufría con la minima incoherencia, hasta con la más exigua imperfección en la prenda de alguno de sus alumnos (Schubert habla de la costura suelta en un botón, no lo juzgo exagerado). Su personalidad prologaba la grandeza de su filosofía; el filo de su memoria descifraba con igual exactitud las primeras clases de metafísica recibidas en Leibniz, como la leve perturbación que su criado produjo en el orden minucioso de sus libros. En una de sus muchas cartas publicadas, Jachmann lo compara con Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos, o con Mitridatos Eupator, que administraba la justicia en los veintidós idiomas de su imperio (Figuras que dos siglos después serian tomadas por Borges). Lo cierto es que Kant disfrutaba la lucidez de su vigilia bajo las formas rigurosamente determinadas por el arbitrio de su razón. Nada era digno de perturbar la fina arquitectura con la que el maestro alemán administraba su tiempo, sus cosas y sus proyectos.
La fría mañana del 22 de octubre de 1781, el camino en las colinas del este no vio transitar sus pasos; treinta minutos de demora sufrió su clase de geografía física; los manuscritos de su “Critica de la razón pura” yacían desordenados sobre el terciopelo del sillón. La noche anterior ella le regalo la flor con la que adornaba su cabello.

Velázquez Pablo Leandro, 2008
Vincent Van Gogh, Flores, óleo sobre tela, París, 1887.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Alexis Song


“Alexis Song” (Canción para Alexis), según me ha confesado su autor, ha tenido mas éxito en el modesto publico que la ha escuchado que sobre la musa que ha inspirado; suceso que lógicamente es mas habitual. La melodía es limpia, sugiere melancolía; la poesía es fuerte, agresiva, y aunque es el producto del recorte de un texto más largo, han quedado sobre el papel las imágenes más importantes: “Voy a asesinarte con mi verdad”; “No reconozcas el color de este adiós”: Cuantas veces lo hemos pensado y nunca se lo hemos dicho. No nos cuesta imaginar a la verdad como un puñal; el color del adiós ya nos es mas extraño, quizá por que siempre nos negamos a reconocerlo.
Voy a tomar prestadas, con el permiso de su autor, las dos primeras estrofas para dedicárselas a ella; cuantas canciones ya le he susurrado al oído, y sin éxito… por ahora.


Ahora que te dedico una pagina
De mi gran libro de arena;
Espero estés confortada
Y esta ironía sepas abrigar,
Y con mi silencio sepas naufragar

Quiero colgarme de tu bufanda.
Voy a asesinarte con mi verdad.
Susurrarte al oído canciones
Hasta que nos griten del ascensor,
O hasta que crezcan tus cabellos
Enmarañados como mi vos

Voy a involucrarte sin preguntar.
Voy a pintarte las paredes así .

No reconozcas el color de este adiós;
Voy a decirte esas palabras
Que tantas agonías dejo
En este corazón

Cristian Darío Gutiérrez, sin fecha.
Comentario: Velázquez Pablo Leandro, 2008.
Salvador Dalí, Autorretrato (obra inédita), 1926.