miércoles, 26 de noviembre de 2008

Primera nota aclarativa (léase como un falso prólogo)

Sobre “Poema del primer amor” y el relato corto “Vértigo (crónica de un rescate)”

Vértigo no quiere expresar melancolía, no es culpa, no quiere expresar tristeza, no es el anhelo de noches perdidas, no son los vestigios de sueños rotos; cosas todas que se suelen decir en la poesía. Vértigo quiere expresar un sentimiento único, exacto, el cual creo no posee una denominación precisa en nuestro lenguaje. Quise describirlo, o por lo menos circunstanciarlo. Se que mas de un lector debería identificase con él, puesto que el hombre esta echo de tiempo, el tiempo le revela su finitud, y es por él que el deseo de eternidad posibilita el arte. El tiempo implica la sucesión, y la sucesión implica por lado la mutación, la muerte, la extinción; y por el otro la esperanza, la vieja búsqueda, la nueva prueba.
“Poema del primer amor” es una metáfora sobre un recuerdo del cual puedo enorgullecerme. “Vértigo (crónica de un rescate)” es el manejo en prosa de la misma idea sumado a la esperanza de encontrar… bueno... quiero decir... de que alguien me salve.
El lector curioso puede interrogar “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” (Ficciones 1944) para una mayor inteligencia del texto. La referencia a la teoría de la catástrofe maltusiana solo es un decorado, una mancha falaz en el relato. De Guillermo de Ockham se puede decir que... bueno, solo diremos que es claro como la metafísica del medioevo desnuda a la teología como rama de la literatura fantástica.
Ese contraste entre lo que fue y lo que será ha inspirado parte de la pieza, no es casualidad la época en la cual aparece fechado el texto (4 de marzo del 2012). El resto me ha sido entregado por tus ojos. Es malvada conmigo, las musas son así: llegadas las primeras luces del domingo me mostró la flor con la que adorna su cabello.

Velázquez Pablo Leandro, 2008.

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